Dormir. No sabemos si definirlo como uno de los mejores placeres que se pueden experimentar o como un derecho fundamental del ser humano. El punto es que dormir es importante.
Durante el sueño, la mayoría de los sistemas del cuerpo se restauran: el inmune, el nervioso, nuestros huesos, nuestros músculos. Estos son procesos vitales que mantienen estables nuestro estado de ánimo, nuestra memoria y nuestro rendimiento cognitivo.
Como seres humanos que somos, tendemos a hacer cosas que no nos benefician, cosas que nos hacen daño, entre ellas cosas que perturban nuestro sueño. “¿Qué clase de persona se dañaría el sueño a propósito?”, se preguntarán. Ahí está el problema: en que muchas de las cosas que dañan nuestro sueño las hacemos sin saber que nos están afectando tanto. Estos son 6 de esos malos hábitos que hacemos en la noche y que no nos están dejando dormir en paz:
1. Usar el celular antes de dormir
Una de las peores cosas que se pueden hacer antes de dormir es tener un celular al lado. Seguramente les han hablado del ciclo del sueño o del ritmo circadiano, pero si no han oído nada, este es un resumen rápido: la luz del día le indica a nuestro cuerpo que debería estar despierto y realizando ciertas actividades; cuando se acaba esa fuente de luz empezamos a producir melatonina que es la hormona que le dice al cuerpo “duérmase ya, no sea intenso”. La luz azul de las pantallas de los smartphones engaña a nuestro cerebro y ¡trin! se para la producción de melatonina.
Así desestabilizamos el ciclo regular y dormimos pésimo, cosa que al día siguiente se traduce en poca concentración, poca memoria, ojeras que nos hacen parecer pandas y a largo plazo puede influir en nuestros estados de ánimo.
La solución está en despegarnos del celular una o dos horas antes de ir a dormir, (aunque les parezca imposible y estén leyendo esto desde sus iPhones a las 10 de la noche) y en las noches activar la opción de Night Shift del celular para que el color de luz cambie.
2. Dejar el celular cargando encima de la almohada
Si no se preocupan por su salud, preocúpense entonces por el bienestar de su celular: dejarlo cargando en las noches es malísimo para su batería. Entre las recomendaciones que hacen para que el celular y su batería duren más, está mantenerla entre el 50% y 80%. Pero cuando dejamos conectado el celular toda la noche inevitablemente va a llegar al 100% y sí, nuestro smartphone sabe cuándo cortar la corriente, pero también es posible que estemos acabando con los ciclos de la batería y nos empiece a fallar.
Por otro lado, dormir con un aparato cerca a la cama jamás será una buena idea pues las radiaciones que emiten los celulares y computadores pueden afectar nuestra salud y los ciclos con los que el cuerpo funciona. La recomendación es dejarlo al menos a un metro de distancia; esto además de ser menos nocivo nos va a obligar a pararnos a apagar la alarma todas las mañanas y dejar la mala costumbre de interrumpir el sueño con mil alarmas en un intervalo de 30 minutos.
3. Ver series hasta tarde
En la época en la que las familias tenían solo un televisor en la sala, era mucho más fácil dormir en paz. Pero a medida que crecemos y metemos televisores o computadores con Netflix a nuestras habitaciones, la cosa se complica. Como ya les explicamos en el primer punto, tener un aparato que bota luz frente a nuestras caras, engaña al cerebro y le hace creer que no es de noche. Entonces no melatonina = no sueño = no felicidad.
Además, ver una serie antes de ir a dormir recorta nuestras horas de sueño porque es más probable que digamos “no, no, no, yo necesito enterarme ya mismo de qué es lo que va a pasar en Jane the Virgin”. Entonces entramos en una espiral y cuando menos nos damos cuenta son las 3 a.m. y no vamos a dormir nada. Y si ustedes no son de las que se desvelan, sino que en cambio se duermen fácil, entonces tampoco deberían ver una serie cuando están a punto de dormir, una serie a la que deberían pararle bolas, una serie que alguien se tomó el trabajo de escribir y dirigir y actuar.
4. Hacer otras cosas en la cama además de dormir
Entendemos, a veces hace frío y la cama parece el único lugar acogedor en la casa. Pero escribir, armar figuras en plastilina, trabajar en tablas de excel o hacer cualquier actividad que no sea dormir (o tener sexo) en la cama, hace que nuestro cerebro se desacostumbre.
Si reservamos la cama solo para lo que debe ser, cuando la toquemos con nuestras nalgas y nuestra espalda, automáticamente pensaremos que es momento de dormir. Pero si la usamos para otras cosas que nos tienen activas, entonces nuestro cerebro no la relacionará con descanso.
Inviértanle a una sábana poderosa para trabajar desde el escritorio sin que les dé frío o cómprense una silla bien cómoda para que no piensen en su cama mientras están en el escritorio. Dejemos que la cama sea para lo que se la inventaron: para estar en posición horizontal.
5. Comer muy tarde
Imagínense esto: están acostadas en su cama a las 11:30 p.m. cuando las invade un hambre que no pueden controlar. Les informamos que eso que sienten no es hambre, es ansiedad.
A veces el cansancio nos gana y no nos levantamos a comer; otras veces hacemos combinaciones extrañas como queso con limonada.
Estas ganas de comer cuando ya estamos entre las cobijas tienen que ver directamente con el estrés que manejamos en nuestra vida diaria. No necesitamos comer a esa hora; de hecho, esa comida no la vamos a quemar mientras dormimos y por eso no nos deja deja dormir, porque el cuerpo necesita 2 horas para hacer la digestión en una posición vertical.
Si esto les pasa seguido, pueden hacer ejercicio antes de dormir, aunque a algunas personas esto las deja más activas. Otras soluciones son bañarse con agua caliente antes de dormir, leer un libro u ocupar su mente en algo mientras concilian el sueño.
6. No organizar la habitación
La famosa silla que todos los seres humanos tenemos en nuestra habitación para poner el desorden y no nadar entre ropa todos los días a veces se llena y todo se sale de control. Podríamos simplemente ordenar, pero llegamos tan cansadas que preferimos cerrar los ojos, literalmente, para ignorar el desorden y dormir.
Pero así como el trabajo u otras preocupaciones, no no nos podemos dormir pensando en que dejamos la ropa desordenada o botada en el piso, entonces nos levantamos y con todo el sueño del mundo organizamos, a las 2 de la mañana.
Tal vez este mal hábito no sea tan común, pero sí hay otros bichos raros como nosotras por ahí: hola. Nuestro consejo es guardar la ropa apenas uno se la quita y guardar siempre lo que uno no se pone de una vez en el clóset. También ayuda si escogemos la ropa sucia todas las noches y la metemos en algún lugar diferente a la silla, como las canastas que venden exclusivamente para eso.
…
Sabemos que no es fácil seguir estos consejos. Despegarnos del celular y renunciar a algunos de los hábitos a veces nos parece inconcebible, así nos hagan daño. Pero les prometemos que el sacrificio vale la pena. Cuando se levanten descansadas, sin ojeras y con una piel divina, pensarán “oh, vaya, debo agradecerles a las chicas de Ideario y Lolas, tenían toda la razón”. De nada. Recibimos anchetas y todo tipo de regalos.
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