
ILUSTRACIÓN DE SARAH OCHOA @SARACONACHE
La observación detallada del género femenino –y algunos casos exóticos detectados en pacientes masculinos– han dado forma a la más reciente investigación de las Lolas científicas: mujeres entregadas a la ciencia y al estudio de la categoría 2F, más conocida como Fenómenos Femeninos.
Se trata de una patología crónica, incurable y hasta el día de hoy inexplorada. Esta condición que durante años ha sido ignorada, denigrada y reducida a términos infames como “caprichito” o “pataleta”, tendrá por fin una justificación que cambiará para siempre la historia femenil.
El objeto de este primer estudio no es otro que el bien llamado melodrama. Un número no especificado de comportamientos complejos, histéricos y un tanto teatrales, que se manifiestan en la hembra ante una situación de extrema tensión. ¡Oh, pero qué decimos! Ni qué tensión, ni que nada. Para ser completamente auténticos, el melodrama y su pequeño gran engendro, el DRAMA, tienen que emergir de las entrañas sin motivo aparente. Sin detonante alguno. Porque sí.
Del latín drao, es decir, “yo hago” (ejemplos para ilustrar a las lectoras: yo hago show; yo hago lío; yo hago berrinche; yo hago safarrancho), el DRAMA, también llamado “show de quinta”, puede definirse como un fenómeno psico-motriz que invade a las mujeres en cualquier día de su ciclo, estación del año o edad. Como se ha mencionado anteriormente, esta condición para la que aún no hemos entontrado tratamiento, también afecta a algunos hombres vulnerables que poseen un cromosoma notablemente defectuoso.
No sabemos con certeza quién fue la paciente 0 de este virus epidémico que no distingue color de pelo, referencia de tintura, talla de calzado, tamaño de la copa del brasier, marca del rubor ni color o estampado de los cucos. Lo que sí hemos comprobado es que, desde el momento de la gestación, el feto dramático comienza a elaborar todo un repertorio de “escenitas” cuidadosamente planeadas para cada tipo de situación. Toda esa energía reprimida durante nueve meses estalla en el más ensordecedor berrido al momento de nacer y, a partir de ahí, en cada ocasión que amerite unas cuantas lágrimas fingidas, gritos histéricos o pucheros manipuladores.
El DRAMA es producto indiscutible de la falta de afecto y estimulación de las paredes del útero. El test melodramático aplicado a una muestra considerable de mujeres, arrojó como resultado que el 97,85% de las pacientes que se sienten desiertas, resecas y abandonadas “allí abajo”, son más propensas a tener episodios incontrolables del denominado malgenio, sesiones intensas de reproches a su pareja, mensajes de texto compulsivos y publicación de frases de autoayuda patrocinadas por Paulo Coelho y Walter Risso. Eso sin mencionar las dosis adictivas de Nutella para combatir momentos insoportables de soledad.
Ahora bien, como Lolas científicas comprometidas con el bienestar de nuestros pacientes, consideramos pertinente hacer una revelación que partirá en dos la historia universal del drama. Si antes se pensaba que esta condición nacía exclusivamente de la configuración genética de las mujeres, nos complace afirmar que todo esto ha sido una colosal mentira. Para hacer efectivo un episodio melodramático, la hembra necesita, sin lugar a dudas, la presencia real o ficticia de un macho. Entiéndase este personaje como cualquier individuo que revuelque los nervios en calidad de novio, prometido, pretendiente, encarrete, amor platónico o temible ex. Para efectos de esta investigación, el sujeto recibirá el nombre de bizcocho dramático.
Hemos encontrado que este espécimen de la naturaleza es autor intelectual de los períodos de crisis incubados en la desprotegida e histérica hembra. La indiferencia crónica del bizcocho dramático, asociada a un comportamiento pasivo-agresivo conocido como el “doble chulo azul”, es el detonante número uno del episodio melodramático. Si bien este comportamiento puede avivar la pasión de la relación, ¡tened cuidado, bizcocho dramático! Volverse demasiado repetitivo causará en la hembra un colapso que la podrá dejar reseca y amargada para siempre.
Sin más rodeos, nuestro primer estudio ha llegado a la conclusión de que el DRAMA es el hijo pródigo y rebelde de una tragedia femenina: la falta de machuque. Los síntomas se resumen en un gemido instintivo que la hembra profiere para atraer el cortejo sexual, acompañado de un exagerado “emperifolle” y un perfume que delata su estado de desesperación a diez bizcochos a la redonda.
> Autora: Las Lolas científicas
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