Carta de un bizcocho

Escrito por el Lolo invitado: Santiago

ILUSTRACIÓN POR DANIELA TOBÓN @MARIAPEPA10

No solo las Lolas nos ponemos tiernas por estos días, a ellos también les pasa. Y aunque hay bizcochos a los que no les sale ni un “te quiero”, hay otros que se riegan en palabras cuando nos vamos de su vida. Les compartimos el testimonio de un Lolo que disfruta escribir durante las diferentes etapas del amor.

No pasaron cuarenta y ocho horas desde que me escribí un mensaje motivacional buscando retomar un camino que me aleje de ti. Una charla directa que explicaba lo desastroso que es compartir contigo y lo bien que me veo cuando más te alejas. Un mensaje personal lleno de ganas de dar un paso al lado y dejar de una vez por todas dejar tu recuerdo entre algodones. No pasaron cuarenta y ocho horas y ya el destino me cruzó una amiga tuya como para decirme que no te podre olvidar todavía.

Ni me acordaba como se llamaba. Nunca me importó. Sigue sin importarme. Solo sé que es la causante de que hoy paremos otra vez en este camino desastroso que se volvió nuestra hueca historia de vida. Sigo escribiendo palabras que no voy a decir. Sigo pensando cosas que quiero borrar; pero siguen apareciendo destellos de la historia que fuimos que toca mi cuerpo cada que se le antoja.

Mis noches se tornaron de cristal. Vulnerables como un vidrio. Transparentes, porque a nadie le niego la situación. Cortantes. Afiladas. Peligrosas. Estos son los secretos que nunca se van a revelar. Mis dibujos esconden lo que en verdad quisiera expresar.

Ya nos tropezamos suficiente. Hay que seguir avanzando. Defendernos. Atacarnos más. No respondernos. Ignorarnos. No preguntarnos ante los demás. No tenernos cerca. Ponernos así cuando estamos tan lejos y nuestros ojos no se verán más.

Hora de chocarnos. Accidentes de nuestras vidas. Parar. Cruzarnos. Encontrarte en el mall. Verte bailando en la distancia. Encontrarte hermosa bajo la música. Hallarte prohibida ante los deseos de nuestros brindis incómodos para que no tengamos diez años de mal sexo, ese sexo que nunca tuvimos.

Nos toca apagarnos. No hay música. No hay brindis. Hay distancia. Distancia que no me deja verte. Hora de volver a la carta de los días pasados. De mirar hacia un mar descubierto de sueños.

Momentico hermoso de anhelar el olvido que seremos cuando ya no nos reconozcamos en las miradas. Cuando tus manos no sientan las mías. Cuando todo sea mejor y ya no estés.