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Consejos para no sufrir con las tendencias de moda

ANA GÓEZ

Hace muchos años yo era de las que solo usaba gris, blanco y negro: jugaba a la segura casi siempre y me convencía de que la decisión de que mi closet pareciera una película a blanco y negro era una decisión estética que expresaba mi verdadero yo, mi personalidad y estilo .

¡Mentira!, esos 3 colores escondían un montón de inseguridades. Finalmente los colores vibrantes y brillantes atraen las miradas y cuando no tienes el amor propio suficiente los colores opacos son ideales para evitar que las miradas se pongan en ti. Aclaro, era mi caso, puede que para quien me lea sí sea un decisión estética y es totalmente válido.

Entonces pasaba que veía ropa de colores diferentes que llamaban mi atención pero inmediatamente me censuraba con un: ¡esa no sos vos!, hasta que un día una chaqueta de flores conquistó mi corazón, no pude más y cedí (benditos sean esos momentos en la vida). Tardé mucho en usarla pero llegó el día y me atreví a llevarla puesta a la oficina (con temor obviamente) y, así como recibí halagos, no faltó quien me dijera “no pareces vos”, pero la verdad no me importó. Ese día hubo una ruptura en mi vida, una nueva temporada empezó y yo le cogí un amor a los colores que hasta hoy sobrevive y disfruto muchísimo.

Lo que usamos definitivamente nos empodera o nos limita. No es simplemente algo que llevamos para cubrir el cuerpo y cumplir con un código moral: no, en absoluto. La ropa es para mí de los mejores juguetes que nos entregaron en la adultez. Es la forma en la que nos comunicamos con los otros a simple vista. Nuestro vestuario es la oportunidad de expresarnos y reinventarnos todos los días y para lograr disfrutarlo solo se necesitan 3 cosas:

Entender y escuchar nuestro cuerpo:

Eso quiere decir que debemos saber a conciencia qué tipo de cuerpo tenemos, cuál es su forma, que son esas cosas que nos encantan de él y cuales no nos parecen tan cheveres para poder jugar con ellas. Si aceptamos y amamos el tipo de cuerpo que tenemos, la mitad de la tarea está hecha, porque es nuestra capacidad de querernos la que nos da el poder para disfrutarlo. Por otro lado está el escucharlo. Puede que las minifaldas en cuerina estén súper de moda pero si yo no me siento bien en ella, pues hay mil tipos de prendas más que puedo usar y no necesito castigarme usando algo que me hace sentir incómoda porque todas lo llevan. De eso no se trata.

Tener referentes y dejarse inspirar:

Es muy normal que definamos y construyamos nuestro estilo con base en lo que vemos afuera, la música que nos gusta, las marcas, nuestras amigas y definitivamente las influenciadores que ahora están por todos partes, pero es muy importante recordarse todos los días que nada debe sentirse impuesto, que por más que nos quieran meter un color, una marca o una silueta por los ojos, si no nos sentimos identificadas o cómodas con ella, no tenemos que comprarla. No tiene que estar en nuestro closet por más genial que digan que sea, si no te convence a ti es suficiente para dejarla ir. Por otro lado, este collage de información que recibimos nos ayuda a construir nuestro estilo único: sí, es que no es necesario ser únicamente algo. Ni rosa, ni hippie, ni clásica, tenemos la licencia para ser muchas mujeres y cambiar de inspiración cuando queramos.

Probar, probar, y divertirse:

Pareciera que existe una fórmula pero no la hay, la única manera de lograr combinaciones y looks geniales es probando, parándote frente al espejo con mucho tiempo y mezclando lo que parece inmezclable como colores y formas. ¡No importa! Puede que al final logres un outfit genial o en el peor de los casos que parezcas disfrazada. En ese caso te ríes y sigues probando, vas a dejar de jugar a lo seguro y te prometo que van a salir muy buenas cosas. Yo personalmente tengo un álbum de fotos con pintas que he descubierto en ese ejercicio de probar y mezclar en mis ratos libres. Así, el día que no tengo ni idea que ponerme, recurro al álbum y ya.

Lo más importante para no padecer la moda es aceptar nuestro cuerpo como es y dejar de esperar que llegue el día que seamos 90, 60, 90, que bajemos esos “kilos de más”, que la dieta nos funcione, etc. No más excusas ni peros, para poder usar esas cosas que vemos en otras pero no nos atrevemos a usar solo necesitamos amor propio y la verdad es que nunca vamos a saber si algo nos queda bien si no nos las probamos. Los colores y las formas están ahí para disfrutarlos, para atrevernos, para potencializar la belleza que ya tenemos: ¡hagámoslo!