Estamos acá en este instante… ¿de qué teníamos tanto afán? Recuerdo tener 5 años y añoraba llegar al año siguiente para celebrar un cumpleaños más, tener 13 y mejor aún, 15 para sentirme grande (risas internas), estar en los 15 y añorar estar en lo 18 porque ya sería una verdadera adulta (no sabía lo que decía). Ahora quería tener 25 porque siempre pensé que a esa edad ya estaría casada y con 3 hijos… y así se me ha ido una parte considerable de mi vida, soñando un futuro como si fuese una utopía, una nube de algodón.

Vivimos ansiosos por el futuro, imaginamos mil historias hipotéticas de cómo sería el día que está por llegar… y cuando al fin llega, pasa, se desvanece, así de fugaz como el aleteo de una mariposa y ahora solo pensamos en el próximo momento que ha de llegar. Ese afán es una ausencia de presente, caminamos en piloto automático por la vida, nos abstenemos de ver los colores del cielo, el olor del té en las mañanas, el canto de los pájaros, los colores de las calles…

Nacer, estudiar, trabajar, morir. ¿Es esta la vida? Me detengo a mirar, veo más máquinas y menos humanos, absorbidos por la rutina, actores siguiendo un guion… es en ese momento donde se desvanece lo inesperado, la sorpresa, la ilusión en cualquiera de sus formas y es ahí donde “la monotonía más que un salvavidas se transforma en una cárcel”.

Y claro que es importante tener metas, sueños, anhelos, pues estos nos motivan, son el motor de nuestra vida, le da chispa a nuestra alma, el problema es cuando ellos se interponen en nuestro caminar y se nos olvida disfrutar el proceso, que es el 99% de nuestro paso por la tierra, esa meta es un 1%. Querer acortar ese camino a la meta, es negarnos el privilegio de saborear la vida, con todas sus facetas y en todos sus colores, porque hasta lo amargo aporta y forma parte de ese rompecabezas que estamos construyendo y llamamos vida, el deseo de querer obtener el resultado nos impide atravesar las etapas que debemos cruzar. Respira… ¡¡¡estás viva!!! Siente la energía vital llenar todo tu cuerpo y tu alma.

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, 260 millones de personas sufren de ansiedad, cifra que ha incrementado exponencialmente en los últimos años, algunas personas lo padecen como condición medica, mientras que otras, producto de su forma de vivir. Según mi analogía, cada vez es más notoria la sociedad del hacer que del SER, todos queremos creer necesitar cada vez más, somos insaciables, insatisfechos con el momento, nos abstenemos de experimentar el aquí y el ahora, nuestra mente está en una agitación continua. El pasado no existe, solo está en la cabeza y el futuro aún no llega, el verdadero regalo es el presente, solo podemos construir a partir de él.

“Hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible. Hasta realizarnos y descubrir que el paraíso estaba ahí a la vuelta de todas las esquinas” Julio Cortázar.»

Thich Nhat Hanh es un monje budista y activista social, que pasó toda su vida infundiendo el Mindfullness en el mundo, enseña que a través de «la plena consciencia podemos aprender a vivir felices en el momento presente, en lugar de perdernos en el pasado o en las incertidumbres del futuro«. Residir en el momento presente, de acuerdo con el maestro, constituye el único camino verdadero para encontrar la paz en uno mismo y en el mundo.

Somos seres inconformes, andamos buscando paraísos perdidos en terrenos ajenos y la realidad es que la felicidad está en cada rincón, cuando somos conscientes de la magia que nos rodea, comprendiendo que cada momento se ha alineado para tu llegada.

Si algo he intentado interiorizar en mi vida es esto, porque tuve un momento donde estaba sumergida en una cotidiana carrera, acompañada de un afán insensato hacia un lugar utópico… hasta que entendí que la utopía ya la estaba viviendo y se llama presente y no es como creemos , pues con sus altos y bajos, también es perfecta. Quiero caminar despacio, gestando mi futuro sin prisa, todo tiene su karma y su momento…

Si pudiese darle un consejo a mi yo del pasado, esa niña que se quiere comer el mundo y a todas las personas que hoy leen estas letras sería:

1. Camina despacio y no te afanes, porque algún día añorarás regresar el tiempo, haber vivido intensamente cada instante, no hay necesidad de apresurarse, pues cada día trae su propio afán. Lo realmente importante no son los objetivos trazados sino el camino que hemos elegido para alcanzarlo.

2. Entrega certeza en lo que estas creando, porque si estás viviendo, estas caminando hacia aquel lugar perfecto que tu alma ha elegido.

3. Apagar todo y escucharnos a nosotras mismas, no las voces de la sociedad imponente, ni cumplir estándares o fechas, el tiempo pasa y no regresa, cada etapa es perfecta.

4. Viajar ligera de equipaje, con la mente en calma y el corazón lleno, es una decisión que debemos tomar cada mañana al despertar.

5. Regálate la magia de vivir cada segundo como si fuera el último, porque estar vivos es un privilegio. Mientras nos quedamos pensando en el futuro de una manera desmesurada, estamos perdiendo tiempo valioso.

Unos anhelan la llegada de un momento especial -el matrimonio, la universidad, la pensión, la primavera, x edad, x momento-, mientras muchos otros desean su partida y ambos olvidan su momento actual. Y así va pasando el tiempo, indiferente a todo eso que queda atrás… ¿cuál era nuestro afán? Perdemos el rumbo tras el oscuro velo de la prisa. Como decía Eddie Cantor: «Ve más despacio y disfruta de la vida». No sólo es el paisaje el que pierdes al ir rápido, también pierdes el sentido de a dónde y por qué estás yendo.

Hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible. Hasta realizarnos y descubrir que el paraíso estaba ahí a la vuelta de todas las esquinas” Julio Cortázar.