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Del amor y otros dramas

Escrito por Lola Pecosa y Lola Mojada

ILUSTRACIÓN POR SARAH OCHOA @SARACONACHE

En el camino por encontrar el amor, nos topamos con dos y hasta tres medias naranjas. Estamos tan concentradas en la búsqueda del definitivo que no nos percatamos de los enamoramientos fortuitos y cotidianos que nos acechan: el profe nuevo de la Universidad, el exótico sabor de helado, la compañía incondicional de tu mejor amiga o hasta la última colección de Balmain que nunca vas a poder tener y con la que quisieras casarte y procrear… ¡Tenemos mil razones para enamorarnos por segundo y nos encanta desvelarnos por amor!

Es más, a veces ni notamos el amor porque estamos concentradas detestando. ¡Y claro, quién iba a imaginar que no querer, en nuestro lenguaje emocional, se convertiría en un deseo incontrolable! O que odiar iba a convertirse en el amor más profundo. ¡No lo neguemos! Las que llevamos más de tusa y media sabemos que cualquier sensación de repudio es una cruel demostración de que nuestro cuerpo puede estar a un pelo de enamorarse, como si en realidad se pudiera mandar solo -y si lo hace, ya conozco a varias amigas Lolas que, como yo, se han tragado del más detestable, y mientras más lo odian, lo aman-. Amén por eso.

¡Qué se confundan los bizcochos! Porque de tanto amor podemos terminar siendo amigas de nuestros ex y hasta enamorarnos de nuestro mejor amigo gay; que nuestra mejor amiga sea el amor de nuestra vida y el bizcocho, sea el amigo a quien le contamos todo; que podamos vivir todos los estados del amor y que queriendo conseguir bizcocho, nos resulte una “amiguita” que comparte nuestro mismo gusto de macho… ¡que pasemos tusa por un amor imposible y que en cada cruce tengamos un nuevo platónico, que odiemos por el amor que se nos desborda y que amemos el odio que nos produce! Que se celebre la vida en compañía, que no nos olvidemos nunca quienes son los que la acompañan -o acompañaron-; que nuestro mundo esté lleno de esa gente, esos momentos, esas sensaciones que nos hacen felices; que más que una lista de logros o títulos, tengamos una lista infinita de gente que nos quiere y queremos. De confesiones de amor, de besos llorados, de abrazos de amistad.

Porque es allí donde se encuentra nuestro súperpoder: amar de forma impredecible, ordinaria, inesperada y no planeada. Amar en guerra, renegando de no tener a quién amar, desgastando nuestro cuerpo y mente en evadir la presencia del amor cuando, a la final, amar no depende de tener uno, dos o tres; solo depende de estar en soledad para reconocer que no hay mejor amor que el que es sin etiquetas, sin obligaciones… ¡ese amor que nace libremente! Ese amor que, después de cada tusa se renueva, se fortalece: el amor por nosotras mismas.

Fiel y presente, aunque no lo veas, siempre te ronda cupido con su arco en acción a punto de disparar. ¡Cuidado, Lolas! Agáchense todas, porque al final, las flechas siempre caen al suelo.

¡Mucho amor y amistad para nuestras Lolas!