El costo del rosa

Escrito por Lola Afrodita

ILUSTRACIÓN POR DANIELA TOBÓN @MARIAPEPA

Hace algunos años las Lolas francesas iniciaron una conversación que caló en la agenda pública para que las féminas del mundo se unieran y formaran un aquelarre global. Esta vez el drama se dio a gran escala y no por un bizcocho mal portado, sino por el mercadeo de género que, según contaron las europeas, nos está secando el bolsillo. Y como los escándalos se viven mejor de manera colectiva, decidimos chismosear al respecto: sacamos nuestro espíritu detectivesco y dejamos de lado el amor y el apetito sexual para ver qué tan cierto es eso que se habla en mares ajenos.

Compartimos una misma dicha: ser hermanas de sexo. Nada es tan bueno como ser lolas, pues haber nacido mujeres lo es todo, nos transversaliza la existencia. Sin embargo, de acuerdo con las lenguas del grupo francés feminista Georgette Sand y de medios norteamericanos, las mujeres no obtienen el famoso “bueno, bonito y barato” cuando de comprar se trata. Le llaman impuesto rosa –pink tax en inglés- y es el precio extra que pagan las mujeres por el mismo tipo de productos que compran los hombres, pero que vienen en presentación femenina.

¡Se nos pusieron las Lolas de punta! Un informe hecho por el Departamento del Consumidor de Nueva York demostró que las mujeres pagan más dinero en 800 productos. Los artículos con etiqueta femenina tienen un precio superior el 42% de las veces. Seguramente Elle Woods -Reese Witherspoon- hubiese interpuesto una demanda a las tiendas neoyorquinas, con la misma pasión con la que lo hizo en el caso de homicidio en Legalmente rubia.

L’ Oréal adoptó el slogan “porque yo lo valgo” en 1972 y así justificó los precios de sus tintes de cabello. Entendemos por qué las Lolitas del viejo continente andan alborotadas y no es para menos:  ser mujer se ha visto como sinónimo de un cuidado personal más detallado…la silueta, los gorditos, el aloe para la piel y las camisas de lycra y seda han servido como excusa para cobrar más caro al segmento ‘rosa’.

Y si bien la situación en Colombia no es tan marcada, ir al supermercado y luego mirar el recibo de compras es evidencia de cómo las marcas han desvirtuado lo bonito de ser mujer al hacer que auto mimarse sea un lujo. Una lolita encontró como una marca de talco en presentación normal cuesta 7.750 pesos mientras que el mismo artículo con menor cantidad de ácido bórico y con etiqueta “for lady” cuesta 7.950. Así mismo, uno en spray en tarrito azul sale a 13.320 pesos y en tarrito rosado -con los mismo componentes- vale 14.320 pesos.

Esto no sería un escándalo loludo si aquellos productos que dicen velar por el cuerpo de las féminas realmente lo hicieran. En ciertas ocasiones estos no están hechos de materiales diferentes a los que van dirigidos al público en general. A veces, como en el ejemplo anterior, la cantidad de algunos componentes es menor y, sin embargo, se cobra de más, justificándose que son productos especializados para las necesidades del segmento…el único ingrediente extra es ser mujer. El caso empeora cuando se sabe que las Lolas colombianas reciben 18% menos que los bizcochos. Se hace eco: las mujeres ganan menos y pagan más, más y más y más y más. ¡Calma! Seguimos amando a los bizcochos, aunque no tanto al sistema.

Las horas en frente de los estantes demostraron que al comprar champús, pañales, cepillos dentales, máquinas de afeitar y demás mercancía de aseo personal, se esfuman más rápido que lo billetes. Por otro lado, en la sección de ropa, de juguetería y de marroquinería los precios estaban fijados para que lolos y Lolas invirtieran el mismo dinero.

Si bien esto no es una constante en el mercado y los precios e impuestos no se fijan de forma discriminatoria -al menos en Colombia-, el rosado sí parece tener un valor agregado en especial en artículos de aseo. ¿Desde cuándo se volvió un color de lujo? Esta vez el veredicto no es a favor de un producto sino de una actitud. Las Lolas recomiendan comprar por la utilidad y no por la etiqueta femenina. Desliguémonos de un distintivo que no tiene fondo real, y vayámonos a lo simple, es decir, adquirir lo necesario o lo que de verdad valga los pesos de más.

El rosa no es nuestro único color, tenemos toda una paleta por explorar. Más de una ha usado cuchilla de hombre y todavía no se ha convertido en marciano. A diferencia del slogan de L’Oreal, el valor de lo femenino no se debe ofrecer según el producto, nosotras mismas se lo damos.