Démonos un tiempo

Ser feminista implica muchas cosas, o a veces, no implica tantas como creemos. En ocasiones, nos sumimos tanto en analizar cuáles son las características que se deben tener para serlo, que nos hacemos un tallaje, un escaneo y comenzamos a jugar a desojar margaritas: “soy feminista, no soy feminista, soy feminista, no soy feminista”, pero breaking news: soltemos a Hamlet, que no hay una sola forma para ser o no ser feminista.

Hay algo esencial, aunque muchas veces olvidado: el feminismo defiende, lucha, se indigna, moviliza y une… pero, sobre todo, el feminismo entiende y celebra la diferencia. Y es que todas somos diferentes; somos mujeres, pero no todas tenemos las mismas vivencias y experiencias, no todas vemos el mundo de la misma forma y por eso, es imposible pedirle al feminismo que sea uno solo y es imposible pedirles a todas las mujeres, que acorten sus visiones y vidas a una única forma de denominarse a sí mismas feministas.

Hemos desarrollado incluso placeres culposos, cosas que disfrutamos y que nos gustan pero que nos da un poco de vergüenza aceptar, por miedo a ser vistas como “malas feministas”. Otra noticia: podemos ser feministas, perrearnos lo que sea hasta abajo y disfrutar que un hombre nos invite a un café, podemos ser feministas y dedicarnos a cuidar a nuestros hijos, podemos ser feministas y hacer lo que se nos dé la gana sin vergüenzas y sin tapujos, porque precisamente se trata de eso; de autonomía y de tener la libertad para decidir sobre si salir o no con alguien o bailar sobre las mesas.

Decidir sobre tener o no tener hijos y se trata de entender que nuestras decisiones tienen que ser libres y propias, pero que no todas las mujeres tienen que decidir igual y que sobre todo, no todas nos rodeamos del mismo contexto y condiciones para decidir igual y que, además, para muchas simplemente el hecho de decidir sigue siendo lejano.

En la vida real no hay un buen o mal feminismo y la verdad es que si seguimos desojando margaritas para saber dónde encajamos, nos quedamos sin flores y muchos pétalos sueltos, porque la belleza del feminismo esta en su amplitud y diferencia, porque en la vida real no es “feminismo” sino “feminismos”, y no es “mujer” sino ”mujeres”, y es esa pluralidad la que nos permite luchar desde nuestra posición y sentir como nuestra la lucha de otra, entiendo matices y diferencias.

Romper con los usuales mandatos de la “buena mujer” ha sido difícil, saber que las niñas sí pueden sentarse así, que pueden subirse a los arboles para bajar mangos, que pueden jugar futbol, que pueden ser groseras, que pueden tomar y llamar borrachas al ex, que pueden sentir enojo y que pueden ser presidentas. Todo esto y lo que nos falta, pero conseguiremos es y será gracias al feminismo, pero no podemos salir de un mandato de comportamiento para entrar a otro donde nos digan que hay buenos y malos feminismos.

Saber que, si de feminismo se trata, esta muy lejos de ser un espacio de blancos y negros, que en la mitad hay toda una gama de colores y que feminismos como mujeres; millones y diversos, pero todos igual de válidos, porque cuando reconocemos nuestra posición, pero nos reconocemos en las otras, somos juntas y somos fuertes.

Cuestionar la forma en la que una mujer vive el feminismo por el hecho de no estar en sus zapatos, lo que abarca mucho más que una posición, y va hacía las vivencias, las posibles violencias, la historia, lo personal y lo político que la atraviesa, es deslegitimarnos.

No podemos pensar solo desde nuestra posición y ser egoístas para caer en lo temido: pensar y criticar desde el privilegio. Y es una palabra que da miedo, porque implica repensarnos todo, y no solo desde nuestra realidad, sino tratar de entender y reconocer cómo otras se piensan a sí mismas desde sus propias realidades, porque a todas nos movilizan causas e injusticias comunes, pero por el hecho de que sean comunes, no quiere decir que sean la únicas validas y por esto.

Debemos saber que hay mujeres que se indignan por cosas que no nos van a tocar directamente, que viven situaciones que no todas vamos a vivir, pero que sí nos deben importar, y mucho, el feminismo no es conveniente ni individual, por el contrario, es diverso y amplio y si tocan a una nos tocan a todas, porque en la sororidad encontramos la unión y en reconocer la diferencia está la fuerza.