
ILUSTRACIÓN POR SARAH OCHOA @SARACONACHE
La vida es un bufé infinito de manjares exquisitos por saborear. Tenemos la barriga vacía y un solo plato para llevarnos lo que queramos a la mesa. Podemos probar cuanto bizcocho nos provoque antes de tomar la gran decisión. Tal vez alguno de ellos nos ponga en duda el plato fuerte que nos queda perfecto con la hora del almuerzo y en la tarde terminemos, de nuevo, con mucho apetito y sin nada qué comer… o nos guste tanto que queramos doble porción para llevarnoslo a la cama.
Las mujeres somos perfectas en eso de armarnos la película con lo que pudo ser y no fue. Dudamos cuando lo tenemos y cuando lo dejamos ir, cuando elegimos el negro sobre el blanco y nos deprimimos porque nunca hubo gris. Somos tan exigentes que no hay estado que nos satisfaga completamente porque ninguna decisión es demasiado correcta. Nos morimos de ganas por hacerlo y nos coge el miedo de arriesgarnos porque tal vez no funcione, pero también nos horrorizamos de solo pensar en reprimirnos y es ahí cuando aparecen nuestras amigas, con un tono casi apocalíptico, para recordarnos las terribles consecuencias de nuestros alocados impulsos.
Preferir arrepentirnos de no hacerlo que de tomar el impulso y atrevernos, es como preferir no enamorarnos porque tal vez nos rompan el corazón, o elegir no vivir porque, eventualmente, nos llegará la muerte. Que la vida nos perdone si nos pasamos de excesos, pero es mejor que nuestras historias estén llenas de corazones partidos y no de corazones con armaduras, de sueños fallidos pero no frustrados, de intentos y no de reproches. ¡Estamos rotas, eso significa que hemos arriesgado, y que faltan miles de curitas para salir de las tusas venideras!
A la vida hay que ponerle las Lolas, porque de miedos está inundado el planeta, los colegios, las calles, los comerciales. El miedo vende tanto que tememos hasta de ser lo que somos porque no tenemos la horma de las piezas que encajan con un rompecabezas arbitrario. Entonces nos reemplazamos por lo que debemos ser para no sentirnos rechazadas. Pero lo que nos cuesta tanto ver es que el miedo nos conduce al error, más rápido que hacer una llamada a las 5 a.m. caídas de la borrachera.
Desde el emoticón para responderle al patán que vuelve con sus mil y una excusas, hasta la profesión de mis sueños Vs. la profesión frustrada de mis papás. Pareciera que la vida nos quiere enloquecer con sus infinitas posibilidades y oportunidades, en la que ninguna es tan mala ni tan buena y solo nosotras podemos pintarlas del color que mejor nos combine.
Si sientes miedo, hazlo con miedo. Y si todo sale mal, ahí estaremos para levantarte a punta de risas y tragos. Nada será tan malo como arrepentirse de no atreverse a hacerlo.
> Escrito por Lola Pecosa
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