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De las relaciones a distancia y otros demonios

Escrito por Susana Restrepo @susyrpo10

ILUSTRACIÓN POR ANA LUCÍA BAÑOL @LUCIA_BANO

Amor de lejos… ¿felices los 4?

Eso dicen las malas lenguas, aunque según yo no es tan así y créanme, Lolas, que tengo un Máster en el tema. Es más, si algún amigo/conocido quiere que le den una visa, le salga un viaje o algo parecido, no tiene que prenderle velas a ningún santo ni llevarle chocolates a la tramitadora. ¡Es solo que me conozca y ya esta! Seguro, al otro día le llega su esperada visa o el dinero para su tiquete, ¡así! Como por arte de magia.

Pero bueno, ahora sí entro en materia.

Resulta que tienes un bizcocho, llevas con el X tiempo y un día, así de la nada te dice: “Hermosa, me aceptaron en la Universidad de Boston”, por decir algo. Es ahí cuando comienza ese momento en el que se te cruzan mil y un pensamientos:

– ¿Quéeeee?, ¿yo por qué no sabía que habías aplicado?, ¿desde cuándo estaba en tus planes irte?, ¿y nosotros?, ¿y el perro?, ¿y yo? – vuelvo y repito, todo eso solo lo pensaste.

Y entonces tragas saliva, sonríes y le dices: “Te felicito, eres el mejor”, ¡porque claro! Como no vas a decir eso si se supone que es tu bizcocho y debes apoyarlo en todo.

Se llega el día, lo acompañas al aeropuerto, evitas llorar pero no lo logras, hacen planes para verse, se juran amor eterno, etc. Él entra a la sala de espera, tú sientes unas ganas insoportables de suplicarle que no se vaya, pero como eres una Lola madura, solo le sonríes y le repites una y otra vez que lo amas.

Pasan los días y empiezas a agradecerle al mundo por la creación de Whatsapp, Snapchat, Facetime (sobre todo Facetime) o cualquier red social, porque hacen que la distancia sea menos tortuosa pero al mismo tiempo sabes que no basta con eso y es ahí donde empiezas a ponerte creativa… Creativa en el sentido de que buscas todas las cuentas de Instagram que publiquen frases lindas para enviárselas a tu bizcocho, las selfies empiezan a ser tus mejores amigas y las llamadas por facetime tu tiempo mejor invertido.

Y, ¿sexo? sí, gracias. Creatividad total en este tema Lolas, porque como decía Woody Allen: “El sexo solo es sucio si se hace bien”. Entonces como todo lo importante de la vida requiere tiempo, esfuerzo y ganas, el sexo – y a distancia – necesita de todo lo anterior multiplicado por 5. Aprovecha cada rato libre para ponerte creativa con videos, fotos, voice notes, juegos… ¡no hay reglas! En este punto todo se vale, aprovecha y desinhíbete como nunca lo has hecho, deja a un lado el pudor y atrévete a ejercitar la imaginación.

Vuelve y juega: alabado seas whatsapp y, bendito seas facetime que facilitan esa conexión autentica; sexo… maravilloso sexo.

Va corriendo el reloj y los amigos, amigas o “amiguitas” empiezan a aparecer en los planes de cada viernes, sábados, domingos y tu tiempo con él por facetime es cada vez más reducido. Decides – por tu salud mental – quitar el estado en línea de whatsapp, porque si no tu día se reduce a ver si está conectado y por qué no te ha hablado después de tener su última conexión a las 4:00am si se suponía que solo iba a salir a comer.

Entonces, hay dos opciones; o te amargas intentando vivir la vida de él o decides disfrutar el reto que te está poniendo el universo y vuelves a salir con tus amigas del colegio, te tomas un vino – o varios – con tus amigas de la Universidad, ves las películas de Netflix que él nunca se quiso ver contigo, dedicas las mañanas de los sábados para hacerte mascarillas, enjuagues y todo lo que ayude a evitar las arrugas, vuelves al plan de salir a almorzar todos los domingos con los papás, retomas el gimnasio… y así una lista interminable.

Lolas, tener tu bizcocho al otro lado del mundo tiene sus beneficios. Hace que te conectes otra vez contigo misma pero que a la vez sepas que tienes esa media naranja en línea todos los días a X hora por Facetime para desearte las buenas noches y que además y no menos importante, tienes dónde llegar en otra parte del mundo.

Entonces, amor de lejos, ¿felices los 4?

Quizá sí, quizá no… pero sinceramente, yo me quiero quedar con la esperanza del reencuentro y el dulce recuerdo de ese último abrazo, ese que hasta a los afanados viajeros obligaba a parar y mirar.

Y, ¿ustedes?