Tengo miedo a no amar. Tengo miedo a no saber qué es el amor. Y creo que donde hay miedo el amor se hace chiquito… y eso también me asusta.
Mis papás fueron donde una angelóloga hace un tiempo ya, cada uno por separado. Los dos preguntaron por mi hermana y por mí y la respuesta común fue “una de sus hijas no cree en el amor”. El primero fue mi papá y me reí mientras nos contaba pensando que era Manu, mi hermana, porque nunca ha sido muy romántica, ni sensible, ni emocional. Yo al contrario, siempre había sido como la amiga de Mafalda, Susanita; pensando en casarme y tener hijos como el gran sueño de mi vida.
Luego, mi papá siguió con la descripción que la angelóloga le dijo sobre la escéptica. Bueno, era yo y unos meses después cuando mi mamá fue le dijo lo mismo.
Desde entonces sinteticé muchas dudas que había tenido a raíz de mis tusas sobre si creo realmente en el amor; me cuestiono si lo he sentido, si lo entrego e incluso si me siento merecedora de recibirlo. Más allá de lo que haya dicho esta persona, me lo pregunto porque después de terminar las relaciones de pareja que he tenido he pensado si realmente era amor, si me amaron y si yo lo hice, si volveré a amar, si el amor daña, si el dolor que siento es equivalente al amor que sentí.
¿En qué momento pasé de Susanita a una escéptica más? Tal vez en el dolor, en la ausencia, en una herida de abandono. Tal vez en el miedo a abrirme y entregarme y no ser correspondida. Tal vez en la certeza de una compañía y de repente verme sola con todos esos planes rotos sobre el futuro y con miles de dudas sobre qué tan honesto fue el pasado.
Por un tiempo estuve convencida de que estaba abierta al amor, pero entre canciones, memes y horóscopos que leía y me mandaban las personas que mejor me conocen, me di cuenta que tengo mucho miedo a sufrir. Y entre meditaciones, terapia y conversaciones, entendí que en algún punto de mi vida relacioné el amor con esa sensación de estar roto, incompleto, vacío; que lo que viene inevitablemente después de una pareja es eso.
“Tratar de explicar el amor es limitarlo; nunca va a hacerle justicia.»
En ese vacío que he sentido me he propuesto desaprender y reconstruir la idea del amor y lo que significa para mí. He empezado a ser consciente sobre cómo se expresa en mi vida, más allá de un novio.
Mi papá cogiéndome la mano en la calle, mi mamá diciéndome “te amo”. Mi hermana alcahueteándome el postre del domingo, los momentos con mis amigos para tomarnos un café (y varios shots de lo que haya), o mi familia orgullosa por mis logros y mi felicidad.
Hoy, para mí, el amor está en todo y en todos, y pretender hacer responsable de él a una sola persona es la salida fácil, pero al final la más dolorosa, e incluso peligrosa.
Con estas revelaciones mágicas he aprendido a cultivar mis relaciones, honrarlas e incluso cortarlas cuando los límites son necesarios. Pero sobretodo, he reconocido que ese amor que veo y recibo de otros, está en mí.
He aprendido tanto del amor, que entre más leo, vivo, escucho… menos puedo definirlo, porque entiendo que tratar de explicar el amor es limitarlo; nunca va a hacerle justicia.
Por eso he hecho las paces, quizás no del todo, con el amor romántico y de pareja. Hoy me da ilusión enamorarme, amar a alguien y querer compartir con esa persona mi vida, así como lo hago con otras personas que amo y que me da tanta felicidad.
Y ojalá cuando llegue ese amor, pueda reconocerlo con certezas, incluso en las dudas. Ojalá pueda reconocerlo en las respuestas a tantas preguntas que me hago y me hacen. Como la que mi hermana me hizo cuando le conté que creía que me gustaba alguien: “¿quieres darle un beso?”, o cuando Juanita me pregunta “¿cómo te sentiste con él?”.
Ojalá un día interiorice definitivamente que el amor siempre está y siempre es, sin importar la expresión en la que llegue a mí; que el amor sea todo, completo, absoluto, sin exclusiones, filtros, miedos o rencores.
Sincero y espectacular !! Saludos desde Costa Rica :*