No estás sola, estás contigo

Que la va a dejar el tren, que es mejor malo conocido que bueno por conocer (agárrelo pa’ que no se quede sola) y que no es soltera, es beata o solterona.

Estar sin novio o sin marido parece peor que estar mal casadas y yo me rehúso (no sé si les pasa como a mí que cuando dicen “me rehúso” ya solo pueden pensar en esa canción de Danny Ocean #sorrynotsorry), pero no me rehúso a dar últimos besos, me rehúso a esa idea de tener miedo a estar solas, de sentir que la vida no es la misma sin la media naranja, y lo siento Platón, pero la vida si puede ser buena sin esa otra mitad.

Para poder explicar la razón por la que pienso que la soltería es algo bonito, contaré algo de mi infancia: Mi mamá se vio en medio de una relación que ya no la hacía feliz y en esa época separarse era algo muy mal visto por la sociedad (si hoy en día sigue siendo sinónimo de fracaso, ahora imagínense 25 años atrás) y, aunque mi tía siempre le dijo que no lo hiciera porque qué iban a decir, como dicen por ahí, ella “no comió de cuento” y fue un poco más sensata. Si no estaba siendo feliz, ¿por qué iba a seguir ahí?

Así que decidió separarse y empezar una vida “sola”, sacándome adelante por sus propios medios y, aunque obviamente la vi triste al principio, pude notar como encontraba felicidad en cosas como leer, ir sola de compras (porque a veces ni me invitaba), ir a conciertos que le gustaban (el de Luis Miguel y Marc Anthony) y cosas tan básicas como hacerse mascarillas y dedicarse días enteros a ella. Nunca dejó de ponerse bonita, ni dejó de luchar por lo que quería. Siempre me mostró que podía sin un hombre al lado y que no lo hacía por dolor o por demostrarle nada a nadie, lo hacía por ella.

En ese orden de ideas y con ese ejemplo que tuve, logré entender que estar solas no es estar solas en realidad; es estar con nosotras mismas, disfrutar nuestra propia compañía, darnos gusto, llenar esos vacíos de formas que solo nosotras sabemos; estar solas es conocernos mejor, darnos más amor, es pensar en nosotras de una maldita vez (perdón, me alteré), porque de verdad se nos olvida. Pensamos en los papás, las mamás, la pareja, los hermanos, los hijos; y nosotras, ¿pa’ cuándo?.

Eso suena muy lindo y todo, pero no es así como tan sencillo, así que aquí van algunos de los mejores consejos que he recibido y esos experimentos que han resultado exitosos en esto de estar conmigo misma:

Salir sola:

Salir a comer, a cine, a caminar, de shopping, a tomarse un café y a (inserta aquí actividades que disfrutes mucho), pero sola. No es fácil al principio, además porque nos da miedito que nos vean como unos bichos raros y hasta con lástima (no lo podemos negar, nos da miedo), pero es un “riesgo” que vale la pena correr, porque es disfrutar eso que tanto amamos, sin ningún pero, sin tener que mezclarlo con el gusto de nadie, sin tener que esperar o estar afanadas por alguien más, es ir por lo que queremos y ya está.

Cuando por fin aprendemos a hacer esto por placer y no porque es una tarea de esas que puso Pamelia para estar bien uno mismo, es donde empezamos a recuperar nuestra identidad y tener muy bien definidos esos gustos personales.

Ponerse linda:

Soltarse el cabello, vestirse de reina y ponerse tacones (está bien, no exageremos). Tener rutinas de belleza, vestirnos como nos gusta, usar ropa interior divina y hacer cosas que nos hagan sentir bonitas, son actividades que generalmente hacemos cuando tenemos una cita, vamos a recibir visita o cuando vamos a salir, pero ¿por qué esa cita no puede ser con nosotras mismas, así sea en la casa?.

Obvio hay días en los que no queremos ni bañarnos y eso está bien, pero mi punto va enfocado a que no deberíamos “sobreproducirnos” cuando nos vamos a ver con alguien y medio organizarnos cuando vamos a estar solas. Conquistémonos a nosotras mismas, pongámonos esas tangas de encaje y ese top con transparencia, lo vamos a ver nosotras al espejo y desde ahí empezamos a sentirnos mejor y a reflejar lo bien que nos sentimos.

Créanme que esos pequeños detalles suman mucho a la forma en la que nos percibimos y eso es lo que reflejamos. No tengo como explicarlo, pero las veces que “más linda” me pongo y cuando me fijo en cada detalle, son precisamente las veces en las que mi ánimo está mejor y que logro mejores interacciones con el mundo exterior.

Masturbarse:

¡Sí! Masturbarse es un aspecto fundamental en eso de mejorar la relación con nosotras mismas. ¿Qué mejor manera de conocerse que mirándose y explorándose? Aunque esto sea normal para muchas, sé que a muchas otras les cuesta y la verdad es algo que todas deberíamos hacer (No es inmoral y no nos vamos a ir para el infierno, se los aseguro), porque empecemos por lo básico, nuestros genitales hacen parte de nuestro cuerpo y no es normal que conozcamos nuestra cara, nuestras manos pero no esta zona. Sabemos que nos gusta la torta de chocolate, tomar el sol, el olor del café, pero no sabemos qué disfrutamos sexualmente y así como podemos ir por una torta de chocolate, debemos estar en capacidad de darnos placer nosotras mismas. Simple, ¿no?

Aprender a tener otros espacios:

Cuando estamos en pareja nos negamos a salir con otras personas, a hacer planes solas, a decir que no a algo que queremos hacer (o que sí a algo que no queremos), nos negamos a alejarnos porque no queremos que la otra persona se sienta mal, sola triste o rechazada; pero solo cuando vivimos estas cosas, es cuando entendemos que estos espacios son necesarios, y les aseguro que en una futura relación los van a pedir y los van a dar con tranquilidad (no hay que estar pegados como chicles a toda hora).

Aprender a valerse por sí misma:

¡Las parejas nos ayudan tanto! Y eso es lindo, pero aprender a hacer las cosas por nosotras mismas o a buscar ayuda en otras personas, nos vuelve más recursivas y nos damos cuenta que sí somos capaces de hacer eso que jamás imaginábamos y cuando lo descubrimos, nuestra seguridad aumenta (lo digo por experiencia propia).

Estar solas es tener el control remoto y la cama solo para uno, es poder coquetear sin culpas, es tener más tiempo libre y no tener que “rendirle cuentas” a nadie; estar solas es aprender a escucharnos y es volver a tener la oportunidad de reinventarnos.

Cuando se logra disfrutar eso que hacíamos acompañadas, la vida se torna más tranquila y puedo dar testimonio de eso, ya que el pasado 7 y 24 de diciembre, decidí pasarlo sola y muchos me miraron raro, me dijeron que estaba loca y cuando me preguntaron algo como: ¿cómo se me ocurría pasar esas fechas sola?, respondí: no estoy sola, estoy conmigo. En ese momento entendí que no es tan complicado eso de complementarse a uno mismo.