
ILUSTRACIÓN POR SUSANA RAMÍREZ @SUSANARAMIREZVELEZ
Me empezó a tocar la pierna, despacito, primero solo en la rodilla. Una vez. Vio que no me molestaba. Dos… mil veces. Después dejó que la apertura de mi vestido orientara su mano para ir un poquito más arriba. Paró. Me dejó antojada, con la ranura ya unos centímetros corrida hacia la izqueirda y me lo dijo con la mirada, una no tan perdida como la mía, que respondió fugaz en el desvío de una prenda deseada.
Respondí coqueta, pero discreta, y luego en la esquina del parque, cuando ya todos íbamos por el taxi, me jaló del brazo, me apartó del grupo y me estampó un beso que respondí desbordada, en una mezcla de embriaguez y necesidad de cariño: esa etapa a la que se llega al menos una vez (con mucha suerte) en toda soltería prolongada. Y no hay nada más lindo que cuando sentís necesidad acompañado de seguridad, porque ya entendiste que la soltería es un estado del alma y está sentado adentro cerquitica al estado de libertad y al de madurez, (pero no de la madurez aburrida que es sinónimo de seriedad y/o adultez, si no la madurez de la vida cuando por fin empezás a escuchar para adentro y empezás a entenderte, un poco más que algunos años atrás).
“Venite conmigo”. Y despertás al otro día en un estado de plenitud que responde primero, a que saliste del tiempo de sequía; segundo, a que respiraste, testiaste la Libertad; y tercero a la certeza de saber qué es alocarse, porque ese verbo -con los matices de subjetividad que necesita-, debería estar en esa ‘Lista de cosas por hacer en la vida’ que toda Lola tiene escrita en el disco duro interno. En mi caso está escrito con verde, un tono de verde que a mí me inspira libertad, y tiene al lado, entre paréntesis, la advertencia -el recorderis- de que debo hacerlo de vez en cuando (advertencia que funciona en doble vía por si algún día me paso de la raya, para cualquiera de los dos lados: pasada de beata o pasada de libertina).
Llegué a la conclusión de que la soltería es bueno solo definirla cuando ya se vivió con el rótulo antónimo, es decir, solo puedes entender esa vaina en qué consiste cuando sabes en qué consiste lo contrario, y para mejor comprensión de la acepción ojalá en varias de las posibilidades, entiéndase como prefiera: arrocito en bajo, encarrete, free lance, levante, noviazgo, matrimonio, compromiso…
Por eso recomiendo: 1. No apresurarse a definir la soltería, y evitar hacerlo cuando no se ha vivido lo contrario, preferiblemente en más de una variable. 2. Atreverse, así, punto. Atreverse a vivir, primero con una misma, después pa’ afuera, para saber testear la libertad, la necedad, el juicio, la seguridad. 3. Conocer la soltería por elección, no por condición.
Después de que has vivido relaciones de varios matices, es hermoso llegar a un punto en el que se es soltero por elección. Uno nunca va a saber nada sobre relaciones, nunca va a tener las suficientes para deducir qué curso es más adecuado seguir, para entender los vericuetos del amor. Pero haber tenido al menos una relación duradera, un intento de relación a distancia, un amor platónico, una relación libre, una posesiva, o por lo menos, -si ya parezco pasada de condiciones- haberse enamorado, es suficiente para estar listo y agregar el estado de soltería a secas: compromisos de ningún tipo, solo consigo misma, ni rótulos tibios, ni acuerdos tácitos. Nada de nada. Soltera . Me dirán que estoy loca porque todo el mundo llega a la vida siendo soltero y que todas sabemos qué es eso por naturaleza, pero no, yo refuerzo mi conclusión: no se sabe qué es estar soltera sino hasta que se ha dejado de serlo.
Según mi experiencia, también ayuda a la comprensión de este estado anímico vivirlo el tiempo suficiente como para conocer sus etapas. Ya sabemos que se llega a la necesidad en algún momento, una etapa difícil, porque además de la desazón que genera sentís que necesitás de todo: en algún momento amor, en otro sexo, en otro atención o compañía… en últimas lo único que necesitás es autoestima. Por eso otro momento crucial en el estado pleno de soltería es cuando te has sentido rechazada. Y aquí viene mi recomendación número dos: hay que atreverse.
De las cosas lindas de la soltería es la falta de compromiso con todo menos consigo misma, y cuando uno ya hizo el compromiso con su parte más Lola, le gusta explorar cosas como la independencia y la novedad. En la búsqueda de experiencias novedosas convencés a tu mujer más liberal de que también podés tener la iniciativa, dar el paso, buscar al tipo que te gusta, lanzarte, tirar el anzuelo. Cuando te decidís al fin, no contabas con que también te pueden herir el ego -como ya lo has hecho vos en repetidas ocasiones- y te das cuenta de que de eso también se sale, que no por eso hay que rendirse de buscar a quién se quiere y que una siempre puede medirse en despliegue y perseverancia, eso sí, vale no caer en denigrarse ni perder la dignidad, no es necesario llegar a extremos.
El otro momento es uno más común en la vida de una Lola promedio: rechazar. Rechazar incluso con tentación de intentar, rechazar por el deseo fuerte de querer estar sola y rechazar también por la autonomía de elegir estar con quien realmente se quiere. Es un momento de grandeza, porque pelea con la necesidad, que pareciera no abandonarte nunca por completo, pero siempre se puede decir NO sin remordimientos, así te lleguen propuestas tentadoras no está mal dejarse guiar por la pereza de no querer intentar nada, de querer tiempo para uno, de querer pelear con las necesidades. Es parte de conocerse.
En mi caso, solo después de todo esto pude sentarme un día y decirme: soy soltera por elección y por convicción, no por condición. Es hermoso vivirlo y lo recomiendo porque solo ahí se encuentra la posibilidad de conocerse abiertamente, de encontrar la verdadera independencia, de ser más libre que nunca, de aprender a coquetear, de lidiar con la vulnerabilidad de estar solo (y necesitar), de entender conscientemente nuestra biología, de darse gustos por mérito propio, de buscar la felicidad, de tomar riesgos, de decir No y/o Sí con la conciencia elevada de pensar solo en MÍ.
Ahí te podés despertar en la cama de un hombre, con el que se desfogaron ganas en medio de la embriaguez, sin un gramo de arrepentimiento, con la certeza de haber decidido con sensatez, de haber sido clara, de sentir y pesar consecuentemente. Y entonces estás abierta al camino y satisfecha en el auto conocimiento, en un estado del alma que vale la pena atreverse a vivir.
Me pareció muy interesante el texto, aparte de que me identifique mucho con él y echó a volar mi imaginación, Gracias Lola Lunatica ahora me siento más segura de mi soltería!!!!