
ILUSTRACIÓN POR CRISTINA FONTÁN @CRISTIFONTAN
Pongámonos la mano en las lolas y reconozcamos que así como la reina Isabel II decidió otorgarle el título de Sir a Elthon Jhon o los Beatles, nosotras alguna vez hemos decidido señalar a otra lolita de ser: “La perra esa” y, seguramente, también hemos recibido el mismo título porque hay cosas que no podemos evitar, como querernos morir cada 28 días y estar expuestas a que nos llamen feas, gordas y, valga la redundancia, perra para “demeritarnos”.
Por eso, de mis amigas participes de la Congregación de Bendecidas y Afortunadas Descalzas y los estados de Messenger en el 2008, aprendí que lo que no me mata me hace más fuerte y que tu envidia alimenta mi ego. Pero, sobre todo, que las lolitas modernas también nos emborrachamos, rumbeamos con desconocidos manteniendo nuestra cabeza y fe en el amor muy en el alto y no, no el amor de un bizcocho sino en el propio.
Porque no nos hacemos las difíciles ni queremos llamar su atención. A veces preferimos bailar en cuatro con nuestras amigas o encima de una silla que bailar con ustedes. Yo, por mi parte, no pretendo ocultarlo, no creo en eso de hacerme la difícil pero tampoco la regalada porque, en general, no le digo ‘NO’ a lo que me gusta o me interesa. Si quiero acercarme a algún bizcocho no veo problema en iniciar la conversación, comerme algo –que aunque engorde me lo como– y si quiero tomar otro trago lo hago: total para difíciles ya está la física cuántica, abrir el clóset y no tener nada qué ponernos o hacer rendir la plata hasta el fin de mes.
Sí, ser así me ha sacado mil lágrimas, risas y orgasmos, pero sé que cuando tenga 50 años –y quién sabe cuántas arrugas por no desmaquillarme antes de dormir– levantaré la mirada y descubriré que la misma loquita que me dijo desde los veinte “hágale, qué hijueputas” está dentro de mí, tal vez un poco más vieja, pero al verme al espejo no me voy a deber nada porque voy a hacer valer todas las penas, risas y lágrimas que me ocasioné buscando mi felicidad.
Y, precisamente, eso es lo que hace que crea fielmente que pintarnos la boca de rojo nos da más seguridad que Angela Merkel con todos sus guardaespaldas, y en que salir a buscar el amor no significa buscar un bizcocho, porque el amor también es propio. Tenemos que dejar de actuar como la gente que votó por Lindsay Lohan porque creyó que ella había empujado a Regina George al bus, y volvernos esa que se arriesga a ponerse las botas grillas que le encantan sin tener miedo a que la juzquen, la que pasa más bueno que todos en las fiesta y no le rinde cuentas a nadie, se mata en el gym y tiene un cuerpazo, la que tiene las lolas bien puestas para hacer realidad todos sus sueños sin importar si un tipo le dice que son bobos o no valen la pena. Sí, seamos como ella, seamos como la perra esa.
El humor que vale la pena, el que tiene atrás una reflexión… el que crea contenidos que valen la pena en internet. Felicidades a la AUTORA.
Precioso. Gracias Susana
Brutaaaaaal !!!!
Yo también he sido la perra esa. Creo que el tema tiene mucha tela por cortar en asuntos de solidaridad, tolerancia, prejuicios y, sobre todo, en el de un entendimiento profundo de nuestra feminidad y de la de las demás mujeres, así no vayamos al gym y nos guste más ver una peli en la casa un viernes por la noche que salir de rumba. Creo que el artículo se queda en lo obvio. De un título así de increible esperaba más reflexión crítica, sobre todo frente al tema de desprestigiarnos entre mujeres cuando a alguna le da la valentía de asumir en plenitud y responsabilidad su vida y libertad. No debe dejarse de discutir y profundizar críticamente. Gracias por iniciar la conversación.
¡Gracias a ti por compartir tu comentario con nosotras! Es cierto, es solo el inicio de la conversación. Eres invitada a continuarla y a contarnos cómo lo ves desde tu óptica.
ESTO ES LEER COSAS DE NIÑAS VERSIÓN ADOLESCENTES EN LA VIDA REAL!!!! Wow wow wow!!!! Saquen un libro por favor que esperan!!!!! ❤️❤️❤️❤️