Realmente, ¿qué estás dispuesta a renunciar por cumplir tus sueños? Por nuestros sueños todo, ¿o no?

A veces la vida nos pone en una encrucijada, nos toca elegir entre dejar al amor de nuestras vidas o cumplir nuestros sueños. Imagínense esa situación, pero con un problema añadido: O luchas por tus sueños y tu vida o te quedas y puedes morir sola de amor.

El peor momento es cuando te encuentras en esta posición: la persona que tanto amas, con quién quieres pasar el resto de tu vida,  no planea el mismo futuro que tú. Ambos desean caminos diferentes pero sin dejar de estar en la vida del otro y si eres una Lola bien segura de tus planes, sabes que no puedes seguir el camino de otra persona y dejar tus sueños a un lado.

Vivimos en un mundo en el que emigrar con tu pareja es la definición de Couple Goals y cuando te cansas de seguir saliendo con un chico que conociste hace tres meses, solo le dices: “Ya no podemos seguir, es que me voy del país”. Vendría siendo usado como el nuevo “No eres tú, soy yo”. Pero otra realidad toca a tu puerta cuando decides agarrar tus maletas, elegir el destino y dejar todo atrás, incluso tu relación. Sí, me pasó en Venezuela.

Ahora díganme, ¿qué hace uno cuando la persona que ama simplemente no quiere o no puede irse del país? 

Confieso que por un momento pensé en renunciar a mis sueños y confiar en eso de que “no hay mal que dure mil años”, pero en verdad mi cuerpo ya no lo resiste, desde que nací, mi país está en dictadura. Pensé que quizás si podía trabajar para alguna empresa afuera yo podría seguir luchando por mi relación, por mi futuro, por mis sueños. Sin embargo, el miedo también salió a escena. Son tantas las historias de xenofobia… las anécdotas de cómo rechazan a los inmigrantes afuera… Pensé que si me iba, no lograría nada; el miedo me pedía que me quedara en mi zona de confort, total allí todo es más seguro, solo que es un lugar en donde los sueños no se cumplen.

Incluso empecé a cambiar mis planes y cuando me preguntaban yo decía que no, que yo no me iba de mi país. Después pensé… ¿Realmente sería feliz quedándome? ¿La única manera de estar juntos era que yo me quedara? No era justo para mí, no era justo renunciar a lo que tanto deseaba alcanzar, no podía dejar de lado mis sueños.

Así que tomé una decisión y lloré hasta quedarme dormida pensando en lo mucho que lo iba a extrañar. Me invadió el temor e incluso empecé a cuestionar a mi pareja, a sentirme egoísta y me preguntaba, ¿por qué si me ama no puede perseguirme? Pero la verdad es que no estamos para perseguir a nadie y nadie está para seguirnos a nosotras, aunque eso nos parta el alma.

Llegue a un punto en donde consideraba que el amor a distancia puede debilitar la relación y que es muy probable que aparezcan nuevas personas en su vida (y en la mía). Sí que es cierto que las videollamadas calmarán las ganas de verlo pero cuando tranque el teléfono y quiera abrazarlo, sé que no podré, pues un montón de kilómetros nos separarán. Los horarios dejarán de coincidir y quizás, también el interés. El WhatsApp dejará de ser suficiente y sentiré el corazón en la boca cada vez que publique un storie en Instagram: ¿dónde está? ¿qué hace? ¿ya habrá conocido a alguien? ¿cuándo volveré a verlo? Posiblemente empezaré a obsesionarme y que la frase “una mente ocupada no extraña a nadie” puede ser la mentira más grande que han creado. Decidí ser realista y considerar que puedo volver a abrazarlo en dos años o posiblemente más nunca….

También fui –mejor dicho, elegí– ser más positiva y pensar que sí, que todo funcionará, que la distancia no afectaría, al contrario, haría más fuerte la relación y que podría ignorar los comentarios que hicieran las personas a nuestro alrededor como “amor de lejos, felices los cuatro” y podría seguir haciendo planes sobre cómo sería el reencuentro mientras que el sexo telefónico nos consolara.

Pero hablando sin pelos en la lengua, toda la ilusión y todos los planes se derrumban cuando la persona que está a tu lado no cree en el amor a distancia. Simplemente no cree, piensa que eso no existe, no funciona y no se atreverá a probarlo. Así que decidimos llorar juntos y elegimos  compartir el tiempo que nos queda, aunque parezca la decisión más dolorosa. Ya sabemos que juntos no podemos estar, así que elegimos estar juntos hasta donde se pueda. Es como una bomba atómica, que simplemente un día explotará.

Siempre creí que para estar en una relación solo necesitabas amor, que el amor sería suficiente. ¿Qué mal puede pasar si dos personas se aman? Creía que el amor realmente lo podía todo o podía con todo… hoy me doy cuenta de que no es así.

Sentir que te desprendes de la persona que amas, es como si te arrancaran una parte de tu ser y cuando decides irte, no sabes si la distancia está haciendo que te quieran menos o que te empiecen a extrañar más. El destino es injusto, pensar que ahora tendremos caminos separados y que de todos esos momentos hermosos que vivimos, solo quedarán recuerdos de lo que fuimos y ya no seremos.

Y la verdad nunca he sido muy buena tomando decisiones, de hecho soy experta en tomar malas decisiones, pero jamás había tenido tanto miedo y emoción al tomar una decisión, por eso sé que no me estoy equivocando. ‘’Si te da miedo y emoción a la vez, es para ti’’.

Es una decisión difícil, pero la vida no se detiene y nosotras nunca debemos pararnos por nadie, estamos para seguir y alcanzar sueños, vivir la vida como nos plazca y no tomar decisiones en base a “alguien.”

Cuando tomas la decisión de emigrar, te das cuenta que la única persona que tienes es a ti misma y cuando estás en ese dilema, la respuesta siempre la tienes en frente, solo debes ver más allá. No debes basar tu felicidad en una persona, así nunca serás verdaderamente feliz, allá afuera hay algo mejor esperando por ti, tienes un mundo lleno de posibilidades por descubrir, solo tienes que salir de esa cajita donde estás metida. Porque sí, siempre será mejor elegir los sueños, que el amor.

No deberías cuestionarte, ni detenerte a considerar si puedes renunciar a tus sueños. Tienes que luchar hasta verlos cumplidos aunque a veces pienses que estás cometiendo un error.

Los grandes sueños requieren grandes sacrificios y tus sueños lo merecen todo, tendrás que salir de tu zona confort y trabajar por ellos, para que cuando veas que lo lograste, todo haya valido la pena.

Hoy entiendo que a veces debes elegir entre el amor y tus sueños, y si eres una Lola sabia, elegirías la segunda. Puedo confesarles que la verdad no me arrepiento de nada, incluso no me arrepiento de haberlo conocido, pues el amor nos hace sentir vivos, pero ver un sueño cumplido no tiene precio.

Y si me preguntan… ¿El amor o los sueños? Mil veces mis sueños.