Virginidad

Para ti, seguro esta es otra historia a la que le diste clic por satisfacer tu leve curiosidad entre memes y boards de Pinterest. A lo mejor te llamó la atención y pensaste: “qué extraño, demás que le pasa a alguien pero gracias a Dios no es a mí”.

Leerás esta historia y hasta sentirás que tienes cosas en común conmigo.

Te sentirás identificada con mis emociones y pensamiento de baja autoestima y crisis existencial. Dirás “ay bueno, yo no soy virgen pero entiendo lo que ella está diciendo”.

Si te sientes identificada, buenísimo, si no, no importa. Soy Julia, tengo 26 años y soy virgen.

Quiero empezar diciendo que yo sé que el sexo no es todo, pero en este punto de mi vida, sí lo es. Y aclaro, no es el sexo; es la falta de.

Virgen. Estoy consciente que esa pequeña palabra no vale más que los otros adjetivos (y logros) en mi vida, pero tampoco puedo negar lo pesada que se siente.

Ya te podrás imaginar las conversaciones de mis amigas: “ay qué importa, no te ha llegado y ya”, o “bueno, agradece que no ha sido con un imbécil” o las otras un poco más charras: “bueno, perdé ya esa maricada que lo que estás es bloqueada”.

Y aunque todas tienen razón, no es tanto la falta física de sexo o la palabra lo que me atormenta, sino lo que significa: la falta de intimidad con otra persona. Eso es lo que duele. Sentir que uno no ha sido suficiente para que alguien se haya querido acercar hasta ese punto.

Y más allá de lo que la palabra ha sido en mi vida, lo que me asusta es lo que me está haciendo. Lo que lentamente, con el paso de los días y los años, me ha empezado a calar en la cabeza: “simplemente no te quieren así”. Y si a mis 26 años nadie me ve así, ¿qué pasará en un futuro?

Quiero aclarar, por si tienes dudas y estás tratando de imaginarte una mujer de 26 años virgen, que tampoco es que nunca he hablado con un hombre. Sí he estado con varios, incluso en la cama, pero nunca he dado ese paso tan importante. Cosa que hasta yo me he preguntado “¿por qué no?”. No sé responder. Cada situación ha sido diferente y si pudiera resumirlo, no era el momento correcto ni el hombre correcto… en especial el hombre correcto.

No es que esté esperando un príncipe, para nada. Y tampoco estoy romantizando mi primera vez. No quiero una cama llena de rosas (además ¿quién hace eso?) pero sí estoy esperando a alguien al que le pueda decir tranquilo: “oye, soy virgen, así que suave”.

Es una frase que a los 16 es muy normal pero a los 26 puede causar muchas reacciones, dos de las que más me asustan es “suerte, me voy de acá porque te vas a enamorar” y la otra es que simplemente no me crean; temo ver esa expresión, que puede durar tan solo 2 segundos, pero que dice “¿cómo así?si a tu edad eres virgen, tienes que estar muy loca”. No sé cuál me dolería más y cuál trato de evitar más.

Puede que me esté adelantando y que no sea justo con el hombre ni conmigo tratar de leerle la mente, pero a ver, en serio: piensa en tus amigos de 27 – 30 años. ¿Cuál sería la reacción de ellos si conocen a una mujer de 26 y ella le dice que es virgen? Ajá. Eso pensé.

Así que no solo es la falta de sexo lo que ocupa mi mente, es la conversación que la precede, la incomodidad de desnudarme antes de quitarme la ropa y las ganas de ser capaz de decir duro “sí, soy virgen, y no, no hay nada de malo con eso, así que si no te importa, dale, si sí, pues, me voy y duermo sola como todas las noches”.

Ojalá hubiera sido tan fuerte como esa frase anterior me pinta, pero la verdad es que las veces que he tenido la oportunidad de decir esas palabras, me sale solo “perdón pero no, no quiero”, cosa que no solo molesta al hombre sino a mí también.

Tal vez mis amigas tengan razón y debería simplemente “dejar de darle vuelta a esa vaina y en la próxima fiesta, dárselo al primero que vea”.

Esos consejos me llenan de esperanza porque lo hacen ver como algo tan trivial y tan fácil de conseguir que según mi experiencia, el sexo, o la falta de, es todo menos eso.